domingo, 28 de enero de 2018

Charly Charly ¿Puedo salir?



¿Has visitado el mundo de los muertos? Sí, el mundo de los muertos… Es fácil traer a un muerto a este mundo…, ¿pero tú internarte en el más allá y volver ileso
?

A lo mejor empiezo desde el origen de la historia. Charly es una suerte de ”ayudante” del Diablo, un captor de esencias mortales, sumamente astuto. Existe un juego muy popular denominado ”pregúntale a Charly”, que responderá a lo que propongas con un sí o un no. Pero graba lo siguiente en tu mente: nunca preguntes sobre la muerte, amor o dinero porque no suele agradar lo que se escucha. Las reglas del juego dictan así: con la misma persona que entraste debes concluir el juego, no pongas a otras personas en riesgo bajo ningún concepto, el ente que te responde puede cambiar, no obligues a otros a participar, y si el ente lo desea, tu condena te encerrará en "su" más allá por siempre
.

Ana era mi mejor amiga de la infancia. Ambas éramos muy curiosas y nos encantaba experimentar con cosas sobrenaturales. Por ser muy inexpertas no conocíamos esas reglas. Primero preguntamos lo que cualquier niña quisiera saber: "¿Me casaré joven?”, ”¿tendré muchos hijos?”, etc.

Hechas dichas preguntas, Ana inquirió con tono decisivo: ”Alguna de nosotras morirá pronto?”. La respuesta fue un ”sí”. Ana no se atrevió a preguntar quién de las dos sería. Yo me aterré; tampoco me atreví. Así que dije: ”Charly, Charly, ¿me puedo salir del juego?". Pero la respuesta fue un no. Dejamos de jugar ese día, y lamentablemente perdí contacto con Ana. Una semana después me enteré de que había enfermado. La fui a visitar a su casa. Su madre me dijo que solo podría estar 10 minutos o menos porque ella parecía encontrarse muy grave, pero yo no sabía qué tenía (o creo que no lo recuerdo) cuando entré a verla. Ella quería terminar el juego. Preguntamos si podíamos salir del juego y la respuesta permanecía en un rotundo "no". Transcurrieron 5 minutos. Ana empezó a vomitar, luego me aseguró que era normal cuando se incorporó. Interrumpí el juego. Entonces Ana se deshizo en espasmódicas convulsiones, temblando frenéticamente. Grité llamando a su mamá, quien entró rápidamente con una expresión histérica. Antes de que yo dejase la habitación completamente, vi que Ana caía de su cama y golpeaba la mesita de vidrio puesta al costado, con tal fuerza que se le había hundido el cráneo. Muchísima sangre derramaba la herida abierta. La madre de Ana le contó a la mía lo sucedido. Por mi parte, no acepte ni negué lo sucedido ese día.

El punto era este: ¿Has visitado el mundo de los muertos? Yo sí. Después de lo que le pasó a Ana, decidí investigar más sobre ese Charly. Descubrí las reglas del juego y comprendí que ella ya pertenecía al sinnúmero de prisioneros del ente: Ana me visitaba en mis sueños. Una noche me comentó que yo podía entrar a la dimensión en la que ella estaba atrapada y me explicó el procedimiento, el cual es bastante sencillo. Solo debes tener un gis, una piedra, como esa que adorna el fondo de las peceras (no recuerdo muy bien el nombre) y un espejo (que promete tu regreso). Era necesario concentrarse en las palabras que ella me recomendó (varían de acuerdo a la persona) y pronto me hallé en ese lugar, lleno de tinieblas profundas y eternas. Supe que podíamos salir del juego después de la muerte. Logré que ella burlase su destino en esa dimensión espantosa, y por fin pudo descansar en paz.

Pero Charly me negó la salida. ¿La razón? Simple: quería utilizar mi ”don” para traer más muertos a este mundo. Yo me negué. Solo era una niña, no podría hacerlo ni quería. Cuando me libré del mundo de los muertos, mi poder se intensificó. Podía ver más ”almas”: cuán grande fue mi terror a causa de esto.

Charly me hace daño desde entonces, Charly me retiene en su juego. Él me visita en mis sueños. Me dice que me ama, que nunca seré feliz y que quien juegue morirá por mi culpa.

Dice que veré morir a todos mis amigos... Y lo peor: que siempre está conmigo..